miércoles, 26 de diciembre de 2007

Lección #17: El doble sentido


Tipo: Comentario
Nombre científico: Sordidus comentatio
Nombre vulgar: Doblesentidista

No se trata de un exceso de sensibilidad, ni de una extraña enfermedad que nos hace sentir el doble que los demás, sino de una excelente herramienta en la eterna labor de espantar a los demás: encontrar, en todo y cualquier comentario, el sentido vulgar, ordinario, soez o grosero, idealmente de connotación sexual.

Un primer paso –que aunque básico, resulta a veces extraordinariamente efectivo –es silbar, gritar o hacer comentarios al escuchar el número 69. El turno de atención en la carnicería, el bingo, una dirección o un teléfono que incluya la combinación numérica en cuestión pueden dar la oportunidad perfecta para iniciarse en estas lides.

Una segunda etapa consiste en buscar el doble sentido en alimentos y preparaciones culinarias. Básicamente, éstas proveen al insoportable en ciernes material menos obvio que el número citado anteriormente, pero todavía dan facilidades evidentes. Es recomendable comenzar con frutas tropicales –plátanos o bananas, mangos y papayas, entre otras –y productos cárneos. Los embutidos siempre sirven a estos efectos, y el término mismo –embutido –facilita la tarea.

Un tercer estadio en el desarrollo de los comentarios de doble sentido consiste en romper las ataduras y liberarse de la obviedad, para encontrar el sentido sexual en cualquier comentario, por inocente que sea. Así, por ejemplo, la mención de un nombre desafortunado, de una película, una canción –incluso los villancicos pueden servir en manos de un experto –o cualquier nimiedad servirá, luego de algo de práctica, para desatar al coprolálico que llevas dentro.

La satisfacción está garantizada. Luego de algunos comentarios de este tipo, los oyentes huirán despavoridos, devolviendo al doblesentidista su preciado espacio libre de la invasiva presencia humana.

jueves, 13 de diciembre de 2007

Lección #16: Insoportablemente ganador


Tipo: Actitud
Nombre científico: Perpetuo triunfatorum
Nombre vulgar: Winner

Esta es una de las más básicas actitudes a la hora de convertirse en un ser detestable e insoportable, dado su alto grado de efectividad en el proceso de espantar a quienes nos rodean.

El primer paso es hacerse de pequeños triunfos sin importancia, pero haciendo alarde de ellos. Sacar la empanada, el canapé o el tapadito más grande de la bandeja con sólo echar una mirada es, si luego se jacta de haberlo logrado, muy efectivo para provocar rechazo. Lo mismo con el vaso más lleno, la cerveza más helada, el martini con la aceituna más grande.

Un segundo paso es constituirse en tesorero y/o recolector de cuotas para asados, regalos de cumpleaños y/o matrimonios en común y en general cualquier circunstancia que requiera de alguien que reúna el vil dinero. En cada ocasión, debe gastar ostensiblemente menos de lo que se juntó, de manera que sea evidente que está haciendo de ese supuesto favor un lucrativo negocio, en el que obviamente se lleva todos los beneficios.

El último paso en la carrera por lograr constituirse en un profesional de este arte es, derechamente, sacar grandes ventajas, que sean en extremo notorias y que, idealmente, perjudiquen a quienes lo rodean. Palabras como engaño, estafa, pillería, sinvergüenzura y otras similares no deben desanimarlo en esta noble tarea de convertirse en un winner. Una vez que se acostumbre a estas denominaciones, serán como miel para sus oídos, ya que reflejarán fehacientemente que ha logrado usted avanzar hacia el logro de la ansiada insoportabilidad.

sábado, 10 de noviembre de 2007

Lección #15: Romanticismo en público



Tipo: Actitud
Nombre científico: Pegajosus publicus
Nombre vulgar: Meloso

Aunque por norma general las actitudes de un insoportable son personales, hay excepciones en las que la concurrencia de otra persona –llámese cómplice, coautor, colaborador o partícipe –es ineludible. Actitudes que sin la participación de otro carecen de sentido.

Es el caso de esta efectiva actitud, que logra generalmente espantar a cualquiera en las cercanías. Es, de hecho, una de las más eficientes en la tarea de convertirse en un insoportable, y consiste básicamente en prodigarse en público arrumacos, zalamerías, añuñucos y mimos. En resumen, palabras y gestos melosos por doquier.

Para ser efectiva, esta profusión de melosidades debe ser percibida por todos quienes se encuentran en los alrededores, de manera que puede ir olvidándose de secretillos al oído, salvo que los mismos generen sonoras y pícaras risas, que sí están dentro de los medios a utilizar.

El arsenal de recursos debe incluir, además de las ya mencionadas risas, palabras melosas y ridículas para referirse al otro, del tipo cuchicuchi, guagüita o gordito/a, además de los siempre detestables términos animales, del tipo gatito, perrito, monito y similares, siempre en diminutivo. No hay que olvidar, por cierto, los gestos y actitudes corporales: besos –mientras más sonoros, mejor –, abrazos y algo más, a vista y paciencia de quienes lo rodean, le asegurarán bastante más que un metro cuadrado.

Si domina todo lo anterior y quiere llegar al extremo en la práctica de esta actitud, siga este consejo: hágale a su cómplice proposiciones de carácter sexual, recuerde en voz alta sesiones amatorias de alto calibre y, por último, apriete o toque alguna zona de aquellas llamadas pudendas. Efectividad 100% garantizada.

martes, 9 de octubre de 2007

Lección #14: Insoportablemente positivo


Tipo: Actitud
Nombre científico: Positivus extremus
Nombre vulgar: Imbécil buena onda

Aunque, tal como se viera en la lección #4 de este Manual, el pesimista o catastrófico es un ser insoportable, tanto o más repulsivo es el excesivamente optimista, el positivo militante, ése que está seguro de que puede encontrar lo bueno en cualquier cosa.

Una gran forma de volverse insoportable, por lo tanto, es convertirse en un ser con una sonrisa permanente de oreja a oreja, que ni siquiera pierde ante las peores situaciones, insultos o golpes. Intente, por ejemplo, mostrar dicha sonrisa en funerales, accidentes u otro tipo de desgracias, insistiendo en que “algo bueno saldrá de todo esto”.

Mantenga la sonrisa, que eventualmente se hará permanente sin necesidad alguna de esfuerzo, y salude a sus interlocutores con frases como “qué rico, qué rico, qué rico verte” (es importante la repetición), o “qué bueno que hayas venido, no sabes el gusto que me da”. Por cierto, mientras menos conozca al destinatario de las frases, mayor será su efecto repelente. Aproveche el instante para ejecutar simultáneamente la lección #13, sobando la espalda o arreglando el peinado de la contraparte, para acentuar el efecto.

Luego de repetir las citadas frases algunas veces, de seguro se llevará más de un insulto, probablemente de grueso calibre. Es su oportunidad para ir más allá y convertirse en un profesional: no caiga en la tentación de indignarse, ofenderse, ni siquiera de hacer una mueca de desagrado o reprobación. Antes bien, acentúe la sonrisa y dé las gracias a quien lo insulta, con una frase del tipo “te agradezco tu sinceridad, no es común encontrarse con gente tan transparente”. Si quiere definitivamente graduarse en esta técnica, no deje al insultante salir del asombro y noquéelo con un cierre soberbio: “Además, te agradezco doblemente, porque estoy seguro de que lo que me dices me ayudará a crecer como persona”.

lunes, 3 de septiembre de 2007

Lección #13: Invadiendo


Tipo: Actitud
Nombre científico: Invasivus severum
Nombre vulgar: Invasivo

Una de las maneras más eficaces de repeler a quienes se acercan es haciendo uso de esta desesperante actitud, que consiste básicamente en despreciar los límites de la vida privada de las demás personas.

Un primer apronte en las artes de la invasividad es preguntar por asuntos personales, que obviamente escapan de la incumbencia de quien las pregunta. Así, inquirir a un desconocido interlocutor acerca de su experiencia personal con temas médicos delicados –infecciones urinarias y enfermedades de transmisión sexual no fallan –suele resultar rápidamente en la huida del interpelado.

Una opción siempre eficiente es inmiscuirse en conversaciones privadas –cuanto más íntimas, mejor –de otras personas. Así, cuando en alguna reunión social vea a dos amigos, desconocidos para usted, conversando de la dolorosa separación o duelo de alguno de ellos, acérquese y sin previo aviso muéstrele su empatía contándole su propia experiencia (véase autorreferencia) o déle un no pedido consejo sobre cómo superar el duro trance.

Valor agregado en esta actitud es la invasividad física, que consiste en acompañar los comentarios y preguntas íntimas de palmadas en el hombro, abrazos y/o sobajeos de espalda, o cualquier otra forma de contacto físico con el desconocido, que le deje claro a este último que su tan preciado metro cuadrado fue repentinamente producto de expropiación.

domingo, 5 de agosto de 2007

Lección #12: En-fa-ti-zan-do


Tipo: Actitud
Nombre científico: Silabus separatium
Nombre vulgar: Separador de sílabas

Una forma mal entendida de enfatizar un punto de un discurso o argumento es pronunciar la palabra a destacar separando las sílabas. Y aunque mucha gente –incluidos expertos oradores –concuerda en la importancia y efectividad de enfatizar ciertos aspectos de nuestras alocuciones, esta precisa forma de hacerlo es sin duda muy desagradable.

Si bien un primer paso en esta técnica es enfatizar una palabra aislada dentro de una larga ilación, sólo un flojo en el arte de hacerse insoportable se quedará allí. Los más avanzados insufribles son capaces de separar en sílabas largas frases, e incluso discursos completos, logrando con ello reducir notablemente el número de oyentes.

Para quienes aún no son duchos en este singular arte, pero quieren iniciarse en el mismo, a continuación algunas palabras especialmente idóneas para ser separadas en sílabas: im-pre-sio-nan-te, es-pan-to-so, in-cre-í-ble, a-lu-ci-nan-te. Como ya habrá notado el lector perceptivo, se trata por lo general de adjetivos, ya que la separación busca acentuar la característica nombrada. Verbigracia, decir de algo que es “es-pan-to-so” sugiere que es peor que espantoso sin separar.

Como otras técnicas verbales, se recomienda practicar frente a un espejo antes de aventurarse frente a oyentes de carne y hueso. De esta manera podrá perfeccionar la habilidad hasta volverse de verdad in-so-por-ta-ble.

martes, 31 de julio de 2007

Lección #11: Culpable soy yo


Tipo: Actitud
Nombre científico: Extremis culpae
Nombre vulgar: Culposo

Esta es una actitud eficiente en el trabajo por hacerse insoportable, con la ventaja de ser relativamente fácil de fingir. Básicamente se trata de asumir la culpa de todo lo que pasa a su alrededor, y pedir disculpas permanentemente. Frases del tipo “no eres tú, soy yo”, utilizada para terminar una relación, corresponden a etapas incipientes de esta especie.

La forma básica de esta actitud debe ser pedir perdón por todo: por lo que se hizo y molestó a alguien, por lo que no se hizo y se debería haber hecho, por lo que… cualquier cosa puede servir para convertirse en un culposo, y permite golpearse el pecho sin disimulo.

Esto último es especialmente importante: no sirve la verdadera atrición, o al menos no en su vertiente silenciosa. Para lograr ser insoportable mediante este medio, la culpa debe ser ampliamente difundida entre quienes lo rodean. Hay que ser capaz de citar constantemente, y en voz alta, a José Luis Rodríguez, El Puma, y su famosa frase de “culpable soy yo”. No es necesario cantarla, aunque puede hacerlo más insoportable aún.

Especialmente efectivo es autoinculparse de problemas, malos entendidos, disputas e incluso catástrofes evidentemente ajenas a su persona. Además, y como punto extra, sirve tener una postura física acorde a las culpas asumidas: la cabeza gacha, la voz baja y las manos tomadas cerca del pecho, ojalá moviéndose nerviosamente, denotan –o eso fingen –una compunción que terminará sacando de sus casillas a cualquiera.

jueves, 19 de julio de 2007

Lección #10: Intelectualismo barato


Tipo: Actitud
Nombre científico: Intelectum aparentatis
Nombre vulgar: Intelectualoide

Una efectiva forma de espantar a casi cualquiera es adoptar una actitud de intelectual. Hay que cuidar, eso sí, no llegar a serlo, ya que sólo de esta manera se logrará el objetivo.

Se puede partir citando a connotados pensadores. “Como bien dijo X”, puede ser el pie para comenzar una perorata sobre cualquier tema. Lo importante es demostrar conocimiento, y sobre todo adoptar un aire de superioridad respecto del interlocutor. Una actitud de “como soy generoso comparto contigo, pobre ignorante, mi infinito conocimiento”.

Un paso más avanzado es citar en el idioma original del pensador, y cuanto más rebuscado, mejor. Las citas en latín, alemán, ruso o griego tienen un gran valor agregado, aunque no deben despreciarse el inglés, francés y, en último caso, el español.

Si quiere especializarse, deberá investigar un poco más, de manera de poder contextualizar la cita. Revelar por qué alguien dijo lo que dijo, explicando la realidad social, el momento político o el contexto económico en que fue pronunciado, lo llevará un paso más allá.

Al adoptar esta actitud, debe estar especialmente atento a su interlocutor. Si por esas cosas del destino se encuentra con alguien que le devuelve su cita con otra, cambie rápidamente de estrategia, antes de embarcarse en un infinito intercambio de pensamientos tan ajenos como añejos.

martes, 17 de julio de 2007

Lección #9: Hablando en lenguas




Tipo: Comentario
Nombre científico: Aliegina verbatio
Nombre vulgar: Idiomático

Esta insoportable característica consiste en intercalar palabras, expresiones, ojalá frases completas en otro idioma, en medio del discurso pronunciado en lengua vernácula.

Un primer paso es intercalar palabras sueltas, casi al azar, mientras se habla de cualquier tema. Por ejemplo, mientras cuenta un paseo reciente califíquelo de “amazing”, para luego seguir la descripción en castellano. Más insoportable, pero siempre dentro de las palabras sueltas, está el “hello”, como queriendo decir “dónde estás parado”. Esta palabra debe ser pronunciada, eso sí, en un tono alto y ojalá algo nasal.

Un escalón más arriba está la utilización de expresiones compuestas, algo más sofisticadas que las palabras aisladas, y por supuesto más insoportables. Locuciones como “my god”, para expresar asombro, o “I can´t believe it”, mostrando incredulidad, son altamente efectivas a la hora de espantar al interlocutor.

No es necesario saber mucho para utilizar esta táctica: términos como darling, think tank, I mean, background o brain storm son altamente efectivos, y pueden ser sacados de cualquier película extranjera o columna de opinión local.

Una vez dominados los pasos precedentemente expuestos, debe ir usted por un plus: justo antes de pronunciar la palabra en cuestión, utilice el insoportabilísimo “ehhhhhmm, how do you say aaahhhhmmm”. Con esto, la huida está garantizada.

lunes, 9 de julio de 2007

Lección #8: Reflotando el pasado


Tipo: Actitud
Nombre científico: Antiquae glorie vivere
Nombre vulgar: Vivir de glorias pasadas

Esta actitud consiste básicamente en reflotar las glorias pasadas, sean éstas propias o de la familia. Si alguna vez tuvo algo de lo que vanagloriarse, téngalo a mano. Nunca se sabe cuándo lo necesitará para volverse insoportable.

Mientras más deplorable sea la condición actual, más insoportable será la gloria reflotada. Si es usted un muerto de hambre, no dude en invocar la nobleza de su estirpe. Invocar títulos nobiliarios, o pronunciar frases como “en mi infancia comíamos sólo langosta y caviar”, cuando es sabido que hace rato apenas sale del pan y los tallarines, son altamente irritantes.

El invento es, sin duda, un punto importante en esta lección. Más de alguno dirá: “yo no tengo gloria alguna que reflotar”. No se haga problemas. Simplemente invente las glorias. Un tatarabuelo lord que llegó en barco desde su castillo en la campiña, abuelos terratenientes en el sur, el primer auto de un lujoso modelo en el país, son glorias que siempre se pueden rescatar –o inventar, ya está dicho– en caso de necesidad.

Por último, y sólo para usar en caso de emergencia, hay una gloria simple, corta, humilde, pero no por eso menos irritante: “yo era ruciecito cuando chico”. A tener presente: cualquier gloria evocada debe ser latamente desarrollada, ojalá haciendo referencias genealógicas, de riquezas, hectáreas de terrenos, datos duros que aumentarán el poder repulsivo de la gloria en cuestión.

viernes, 6 de julio de 2007

Lección #7: Enfermándose


Tipo: Actitud
Nombre científico: Perpetuo doloris
Nombre vulgar: Hipocondríaco

Una técnica efectiva para volverse un completo insoportable es inventarse males físicos de manera constante. Si se suma usted a aquéllos que presentan siempre una dolencia, de seguro la gente comenzará a escasear a su alrededor.

Un primer paso es poner la enfermedad de turno en la tabla de conversación. La manera más evidente –y muy efectiva, por cierto– es responder al clásico “¿Cómo estás?”, pregunta por lo demás retórica la mayoría de las veces, con un “aquí, sobreviviendo”, para seguir con una enumeración de las dolencias. Buena parte de la gente se despedirá presurosa, arguyendo importantes trámites pendientes.

Si su interlocutor es paciente, pruebe con la enumeración de la más repugnante sintomatología: pus, infecciones en zonas sensibles, supuración, todo sirve.

Para ser un hipocondríaco eficiente, debe documentarse. En este punto las enciclopedias médicas e Internet ayudan mucho, proveyendo infinidad de novedosas enfermedades y síndromes a los cuales echar mano. Muy importante es elegir enfermedades graves y extrañas, no vaya a ser cosa que el interlocutor haya sufrido lo mismo y la conversación se extienda innecesaria y desagradablemente.

lunes, 2 de julio de 2007

Lección #6: Buscando reafirmación


Tipo: Actitud
Nombre científico: Confirmatum necesitus
Nombre vulgar: Inseguro

Una actitud muy útil a la hora de espantar a la gente a su alrededor es tener una actitud en extremo insegura, que se evidencie en la búsqueda permanente de la reafirmación de los demás.

Para iniciarse en esta habilidad, comience por terminar todas sus frases, por irrelevantes que éstas sean, con preguntas del tipo ¿o no?, ¿no encuentras?, ¿no te parece?, y otras que busquen la confirmación de lo dicho. Se asegura de esta manera un rápido fastidio del interlocutor, que no encontrará gracioso tener que reafirmar que hace frío, que el pan está duro o cualquier otra trivialidad.

Un paso más avanzado es cambiar permanentemente de opinión, adecuándose a lo que opinen los demás participantes de una conversación. En una discusión donde haya dos puntos de vista opuestos, parta poniéndose de un lado, para luego cambiar al otro y volver al original –y así eternamente– cada vez que una posición sea expuesta. Asegurará de esta manera dos cosas: dejar en claro su inseguridad y falta de opinión propia, y hacerse absolutamente insoportable a las dos partes en discusión. Se garantiza, de esta manera, una rápida vuelta a la soledad.

jueves, 28 de junio de 2007

Lección #5: Disparando



Tipo: Repelente físico
Nombre científico: Fluitus expeletor
Nombre vulgar: Escupidor

Escupir mientras se habla puede ser una eficiente manera de alejar a cualquiera que se le acerque demasiado. Pero cuidado: la saliva no debe salir a mansalva y sin control. El escupidor debe lograr un manejo eficiente de sus fluidos.

Como toda destreza adquirida –si es un escupidor innato puede saltarse esta parte– sólo la práctica hace al maestro. Lo aconsejable es poner un blanco y practicar hablándole mientras se le escupe. Puede ser una toalla o una prenda de vestir, ojalá blanca. Es recomendable también comer betarragas, jugo en polvo rojo o cualquier otra sustancia que tiña la saliva, lo que facilitará la constatación de sus avances.

Luego de algún tiempo de práctica, logrará lo buscado: escupir al interlocutor aunque se encuentre a un par de metros de distancia. Imprescindible es hacerlo de manera soterrada. Nada de escupitajos evidentes, ni de aspavientos al mojar a quienes lo rodean. El maestro salival opera sin que se le mueva un pelo. Como si fuera lo más normal del mundo, deja a todos empapados. Hasta que huyen, por supuesto.

miércoles, 27 de junio de 2007

Lección #4: El catastrófico


Tipo: Actitud
Nombre científico: Apocalypticus predictator
Nombre vulgar: Pesimismo severo

El pesimismo es sin duda alguna un eficiente medio de alejamiento de los indeseables. Basta con algunas simples predicciones sobre el futuro –siempre catastróficas, trágicas, ojalá dolorosas– para ahuyentar a los siempre indeseables amistosos.

Por ejemplo: cualquier comentario sobre hielo –que hay que ir a comprar más, que se está acabando, que hay que traer de la cocina– da el pie perfecto para predecir todo tipo de desastres naturales asociados al calentamiento global y el consecuente derretimiento de los hielos, partiendo por los de la Antártica y sin detenerse hasta llegar al último hielo del vaso que el indeseable tiene en su mano.

Otras opciones igualmente efectivas: predecir cirrosis apenas aparezca una cerveza; las más dolorosas formas de cáncer al encenderse un cigarrillo; sordera total si el volumen de la música está muy alto. Un caso de emergencia es predecir la muerte próxima del interlocutor. El motivo es lo de menos. Lo importante es decirle que, de seguir así, seguro morirá muy pronto. Garantizado: la huida será inmediata.

viernes, 22 de junio de 2007

Lección #3: El economista


Tipo: Comentario
Nombre científico: Pecuniae locutatis
Nombre vulgar: Monedero, platero

Una gran estrategia para ahuyentar a quienes se agrupan alrededor suyo es hacer comentarios respecto de dinero. No es que sea algo sucio, indigno ni nada parecido, pero se hace simplemente insoportable cuando es reiterativo.

Si alguien lo aburre con sus cuentos, no lo piense más. Pregúntele cuánto le costó ese precioso reloj que lleva en la muñeca, o cuál era el precio del auto en el que llegó al lugar. Apenas hable de su trabajo, inquiera sobre su sueldo. Si no huye, insista preguntando por porcentajes fijos y variables, bonos y gratificaciones, aguinaldos de Fiestas Patrias y Navidad.

Hable de cuánto le costó a usted tal o cual cosa, da lo mismo que las cifras sean reales. De hecho, trate de exagerarlas, aunque siempre dentro de límites verosímiles. No vaya a ser que lo descubran en su mentira. Si se siente inspirado, o definitivamente los contertulios tienen mucha paciencia, saque su as bajo la manga: lance cifras en dólares, euros, UF, UTM y demás siglas ad hoc. Con eso, seguro recupera su metro cuadrado.

jueves, 21 de junio de 2007

Lección #2: Cantando


Tipo: Actitud
Nombre científico: Omnicantatum terribilis
Nombre vulgar: IPod humano

Si de verdad busca alejar a quienes se congregan a su alrededor, pocas cosas son tan efectivas como cantar todas las canciones que suenan cerca suyo.

Esta actitud requiere de cierta metodología, estudio y
perseverancia, ya que su efectividad depende de un factor importante: el sujeto que busca ser insoportable debe poder cantar todas las canciones, desde la bachata al rock pesado, del folclore al country, de canciones infantiles a arias de ópera. Debe ser capaz de almacenar en su memoria varios gigabytes de música, de ahí que se conozca coloquialmente como IPod humano.

Si cantando todas las canciones que se escuchen en la comarca no logra alejar a quienes invaden su espacio, intente con la versión
profesional: cante un tono más arriba o más abajo, haciendo las segundas voces a la canción original, aunque ésta no las tenga. Siendo constante en esta actitud, seguro logrará sacar de quicio hasta al más paciente. Un último recurso, que lo hará aún más insoportable: apréndase las coreografías de las canciones, cuando existan, y recréelas mientras canta.

miércoles, 20 de junio de 2007

Lección #1: Autorreferencia


Tipo: Actitud
Nombre científico: Egolocutus egocogitatum
Nombre vulgar: Autorreferencia

Cualquiera que busque ser insoportable debe comenzar por ser autorreferente. Esta es, sin duda, una de las más repugnantes actitudes que alguien pueda demostrar.

Da lo mismo si lo que cuenta es bueno o malo, siquiera digno de ser contado. Lo relevante es que en cualquier conversación logre meter su propia experiencia, su anécdota, aun cuando eso implique –en casos extremos– cambiar de tema abruptamente.

Para iniciarse en esta actitud, practique frente al televisor: sintonizando un programa de conversación o entrevistas, interrumpa constantemente a conductor y entrevistado y cuénteles sus experiencias respecto del tema que tratan. Esto le dará cierto manejo de la habilidad, y le permitirá tomar ritmo sin exponerse a agresivas miradas, e incluso golpes.

martes, 19 de junio de 2007

De qué se trata

En estos tiempos acelerados, invadidos por los medios, en esta era de la Aldea Global, a ratos se echa de menos el espacio propio.

Si uno trata de ser amable con quienes lo rodean –o si se es amable sin intentarlo, es lo mismo– llegará un punto en que ya no dispondrá de su fundamental metro cuadrado. Serán tantas las personas que disfrutarán de su compañía que siempre tendrá a alguien encima.

Aunque para personas sociables esto puede sonar idílico, para otros no lo es tanto. Una cosa es ser educado, otra muy distinta es tener que estar siempre disponible para escuchar confidencias, compartir penurias y acompañar en trámites aburridos.

Buscando una solución a este problema creamos, estimado lector, este espacio de aprendizaje. Un templo del conocimiento en el que iremos mostrándole, paso a paso, qué actitudes, gestos y comentarios debe tener presentes para alejar a quienes se acercan demasiado. Un manual simple, recordable, siempre salvador, para volverse lo suficientemente insoportable para espantar a quienes comienzan a considerarse, a pesar suyo, demasiado cercanos.

En capítulos consecutivos le mostraremos cómo, de una manera simple pero efectiva, hasta la más agradable, amigable y cariñosa persona puede volverse insufrible, intragable, intolerable, inaguantable, insoportable. Porque eso es, la etimología no miente, lo que está in.