miércoles, 7 de octubre de 2009

Lección #34: Un poquitito insoportable


Tipo: Comentario
Nombre científico: Diminutivus adictus
Nombre vulgar: Diminutivista


Una gran manera de defender su espacio vital sin demasiado esfuerzo es la de utilizar a destajo –mientras más copiosamente, mejor- diminutivos en su discurso. Con la aplicación de este simple recurso logrará, con abismante rapidez, eliminar cualquier posibilidad de interacción.


El primer paso, por lógico que parezca, es utilizar los diminutivos. Basta con agregar los sufijos “ito”, “ita”, “illo”, “illa”, “cito”, “cita”, “cillo” o “cilla” en las palabras usadas. Temas livianos y sin mayor trascendencia son ideales para comenzar. Se sorprenderá cuando vea los efectos de, por ejemplo, contar que sólo almorzó “un platito de fideítos, porque estoy con la guatita delicadita”.


La segunda etapa requiere algo más de trabajo: debe ser capaz de utilizar los diminutivos en conversaciones profundas y trascendentales. Pruebe contando que se ha cuestionado un poquito últimamente debido a problemitas con su fe, porque Diosito no puede ser tan malito como para enviar sufrimientos a los animalitos. Logrará dar, de manera casi instantánea, una sensación de superficialidad altamente efectiva para el logro de su propósito.


Si quiere alcanzar la perfección en el uso de este recurso, tiene aún dos armas ocultas. Primero, sume a los diminutivos un tono agudo, que potencia de gran manera el efecto de las palabras. Y por último, adopte una expresión chinchosa, melosa, arrugando la nariz, entrecerrando los ojos y haciendo pequeños gestos con las manos. Si cuenta la historia de su infancia, cuando tenía “un perrito chiquitito que tenía las patitas cortitas y daba saltitos y movía la colita cuando se ponía contentito”, acompañando la narración con los ya descritos gestos y tono de voz, el efecto será letal.