martes, 31 de julio de 2007

Lección #11: Culpable soy yo


Tipo: Actitud
Nombre científico: Extremis culpae
Nombre vulgar: Culposo

Esta es una actitud eficiente en el trabajo por hacerse insoportable, con la ventaja de ser relativamente fácil de fingir. Básicamente se trata de asumir la culpa de todo lo que pasa a su alrededor, y pedir disculpas permanentemente. Frases del tipo “no eres tú, soy yo”, utilizada para terminar una relación, corresponden a etapas incipientes de esta especie.

La forma básica de esta actitud debe ser pedir perdón por todo: por lo que se hizo y molestó a alguien, por lo que no se hizo y se debería haber hecho, por lo que… cualquier cosa puede servir para convertirse en un culposo, y permite golpearse el pecho sin disimulo.

Esto último es especialmente importante: no sirve la verdadera atrición, o al menos no en su vertiente silenciosa. Para lograr ser insoportable mediante este medio, la culpa debe ser ampliamente difundida entre quienes lo rodean. Hay que ser capaz de citar constantemente, y en voz alta, a José Luis Rodríguez, El Puma, y su famosa frase de “culpable soy yo”. No es necesario cantarla, aunque puede hacerlo más insoportable aún.

Especialmente efectivo es autoinculparse de problemas, malos entendidos, disputas e incluso catástrofes evidentemente ajenas a su persona. Además, y como punto extra, sirve tener una postura física acorde a las culpas asumidas: la cabeza gacha, la voz baja y las manos tomadas cerca del pecho, ojalá moviéndose nerviosamente, denotan –o eso fingen –una compunción que terminará sacando de sus casillas a cualquiera.

jueves, 19 de julio de 2007

Lección #10: Intelectualismo barato


Tipo: Actitud
Nombre científico: Intelectum aparentatis
Nombre vulgar: Intelectualoide

Una efectiva forma de espantar a casi cualquiera es adoptar una actitud de intelectual. Hay que cuidar, eso sí, no llegar a serlo, ya que sólo de esta manera se logrará el objetivo.

Se puede partir citando a connotados pensadores. “Como bien dijo X”, puede ser el pie para comenzar una perorata sobre cualquier tema. Lo importante es demostrar conocimiento, y sobre todo adoptar un aire de superioridad respecto del interlocutor. Una actitud de “como soy generoso comparto contigo, pobre ignorante, mi infinito conocimiento”.

Un paso más avanzado es citar en el idioma original del pensador, y cuanto más rebuscado, mejor. Las citas en latín, alemán, ruso o griego tienen un gran valor agregado, aunque no deben despreciarse el inglés, francés y, en último caso, el español.

Si quiere especializarse, deberá investigar un poco más, de manera de poder contextualizar la cita. Revelar por qué alguien dijo lo que dijo, explicando la realidad social, el momento político o el contexto económico en que fue pronunciado, lo llevará un paso más allá.

Al adoptar esta actitud, debe estar especialmente atento a su interlocutor. Si por esas cosas del destino se encuentra con alguien que le devuelve su cita con otra, cambie rápidamente de estrategia, antes de embarcarse en un infinito intercambio de pensamientos tan ajenos como añejos.

martes, 17 de julio de 2007

Lección #9: Hablando en lenguas




Tipo: Comentario
Nombre científico: Aliegina verbatio
Nombre vulgar: Idiomático

Esta insoportable característica consiste en intercalar palabras, expresiones, ojalá frases completas en otro idioma, en medio del discurso pronunciado en lengua vernácula.

Un primer paso es intercalar palabras sueltas, casi al azar, mientras se habla de cualquier tema. Por ejemplo, mientras cuenta un paseo reciente califíquelo de “amazing”, para luego seguir la descripción en castellano. Más insoportable, pero siempre dentro de las palabras sueltas, está el “hello”, como queriendo decir “dónde estás parado”. Esta palabra debe ser pronunciada, eso sí, en un tono alto y ojalá algo nasal.

Un escalón más arriba está la utilización de expresiones compuestas, algo más sofisticadas que las palabras aisladas, y por supuesto más insoportables. Locuciones como “my god”, para expresar asombro, o “I can´t believe it”, mostrando incredulidad, son altamente efectivas a la hora de espantar al interlocutor.

No es necesario saber mucho para utilizar esta táctica: términos como darling, think tank, I mean, background o brain storm son altamente efectivos, y pueden ser sacados de cualquier película extranjera o columna de opinión local.

Una vez dominados los pasos precedentemente expuestos, debe ir usted por un plus: justo antes de pronunciar la palabra en cuestión, utilice el insoportabilísimo “ehhhhhmm, how do you say aaahhhhmmm”. Con esto, la huida está garantizada.

lunes, 9 de julio de 2007

Lección #8: Reflotando el pasado


Tipo: Actitud
Nombre científico: Antiquae glorie vivere
Nombre vulgar: Vivir de glorias pasadas

Esta actitud consiste básicamente en reflotar las glorias pasadas, sean éstas propias o de la familia. Si alguna vez tuvo algo de lo que vanagloriarse, téngalo a mano. Nunca se sabe cuándo lo necesitará para volverse insoportable.

Mientras más deplorable sea la condición actual, más insoportable será la gloria reflotada. Si es usted un muerto de hambre, no dude en invocar la nobleza de su estirpe. Invocar títulos nobiliarios, o pronunciar frases como “en mi infancia comíamos sólo langosta y caviar”, cuando es sabido que hace rato apenas sale del pan y los tallarines, son altamente irritantes.

El invento es, sin duda, un punto importante en esta lección. Más de alguno dirá: “yo no tengo gloria alguna que reflotar”. No se haga problemas. Simplemente invente las glorias. Un tatarabuelo lord que llegó en barco desde su castillo en la campiña, abuelos terratenientes en el sur, el primer auto de un lujoso modelo en el país, son glorias que siempre se pueden rescatar –o inventar, ya está dicho– en caso de necesidad.

Por último, y sólo para usar en caso de emergencia, hay una gloria simple, corta, humilde, pero no por eso menos irritante: “yo era ruciecito cuando chico”. A tener presente: cualquier gloria evocada debe ser latamente desarrollada, ojalá haciendo referencias genealógicas, de riquezas, hectáreas de terrenos, datos duros que aumentarán el poder repulsivo de la gloria en cuestión.

viernes, 6 de julio de 2007

Lección #7: Enfermándose


Tipo: Actitud
Nombre científico: Perpetuo doloris
Nombre vulgar: Hipocondríaco

Una técnica efectiva para volverse un completo insoportable es inventarse males físicos de manera constante. Si se suma usted a aquéllos que presentan siempre una dolencia, de seguro la gente comenzará a escasear a su alrededor.

Un primer paso es poner la enfermedad de turno en la tabla de conversación. La manera más evidente –y muy efectiva, por cierto– es responder al clásico “¿Cómo estás?”, pregunta por lo demás retórica la mayoría de las veces, con un “aquí, sobreviviendo”, para seguir con una enumeración de las dolencias. Buena parte de la gente se despedirá presurosa, arguyendo importantes trámites pendientes.

Si su interlocutor es paciente, pruebe con la enumeración de la más repugnante sintomatología: pus, infecciones en zonas sensibles, supuración, todo sirve.

Para ser un hipocondríaco eficiente, debe documentarse. En este punto las enciclopedias médicas e Internet ayudan mucho, proveyendo infinidad de novedosas enfermedades y síndromes a los cuales echar mano. Muy importante es elegir enfermedades graves y extrañas, no vaya a ser cosa que el interlocutor haya sufrido lo mismo y la conversación se extienda innecesaria y desagradablemente.

lunes, 2 de julio de 2007

Lección #6: Buscando reafirmación


Tipo: Actitud
Nombre científico: Confirmatum necesitus
Nombre vulgar: Inseguro

Una actitud muy útil a la hora de espantar a la gente a su alrededor es tener una actitud en extremo insegura, que se evidencie en la búsqueda permanente de la reafirmación de los demás.

Para iniciarse en esta habilidad, comience por terminar todas sus frases, por irrelevantes que éstas sean, con preguntas del tipo ¿o no?, ¿no encuentras?, ¿no te parece?, y otras que busquen la confirmación de lo dicho. Se asegura de esta manera un rápido fastidio del interlocutor, que no encontrará gracioso tener que reafirmar que hace frío, que el pan está duro o cualquier otra trivialidad.

Un paso más avanzado es cambiar permanentemente de opinión, adecuándose a lo que opinen los demás participantes de una conversación. En una discusión donde haya dos puntos de vista opuestos, parta poniéndose de un lado, para luego cambiar al otro y volver al original –y así eternamente– cada vez que una posición sea expuesta. Asegurará de esta manera dos cosas: dejar en claro su inseguridad y falta de opinión propia, y hacerse absolutamente insoportable a las dos partes en discusión. Se garantiza, de esta manera, una rápida vuelta a la soledad.