miércoles, 3 de septiembre de 2008

Lección #25: Aquí vengo yo

Tipo: Actitud
Nombre científico: Superiorem complexus
Nombre vulgar: Prepotente

Actitud insoportable por antonomasia, la prepotencia es una de las más eficientes formas de asegurarse ya no sólo el necesario metro cuadrado de espacio personal, sino también el espacio aéreo que se proyecta del mismo, por lo demás muy necesario considerando que el prepotente está por sobre el nivel de los demás. Si da la casualidad de que se encuentra en el agua –mar, playa o piscina sirven por igual– incluso se asegurará un equivalente a las millas de mar territorial.

Todo comienza con una actitud soberbia, mirando en menos a quienes se crucen por delante y considerándolos simples obstáculos –o al menos irrelevantes accidentes– en la propia existencia, por cierto indispensable para que el mundo siga girando. Esta actitud debe denotarse claramente en la posición corporal, el andar, el modo de mirar a los demás y la forma de dirigirse a ellos; todo debe ser hecho desde las alturas.

Una vez adecuados a esta disposición física, se tiene buena parte del camino avanzado. Ahora es cuando se debe invocar el poder –real o ficticio, propio o de un cercano– y abusar del mismo para humillar a quien ose cruzarse en su camino. Si en la frase dirigida a su interlocutor utiliza palabras complicadas, técnicas y/o en otros idiomas (ver lección #9), demostrará sin duda mayor superioridad.

Un último paso –úsese con precaución, por su alto impacto– es fundamentar su superioridad en las glorias pasadas (ver lección #8) y su alto poder económico (ver lección #3), combinación realmente explosiva que de seguro ahuyentará a quien todavía se encuentre cerca.

Lección #24: Por qué no te callas


Tipo: Comentario
Nombre científico: Filtrum absentiae
Nombre vulgar: Sin filtro

Pocas actitudes causan mayor animadversión en quienes nos rodean –y por tanto, pocas nos proveen tan efectivamente de nuestro metro cuadrado– como la de disparar comentarios sin filtro alguno.

Un primer requisito es que dichos comentarios se refieran a alguien cercano a quienes los escuchan. De esta manera, podrán ellos molestarse. Mejor –y mucho más efectivo– es que los comentarios se refieran justamente a los presentes, de manera que se sientan directamente agredidos.

Frases referentes a la vestimenta, peinado, aroma y en general cualquiera relacionado con el aspecto de los aludidos son altamente eficientes. Comentar a viva voz (ver lección #22) la “espantosa camisa” o el “asqueroso perfume” de alguien presente es un excelente punto de partida.

Si quiere ir más allá en esta especialidad, deberá disponer de información adicional sobre sus interlocutores. Complicadas situaciones médicas, familiares y laborales son de gran utilidad a la hora de hacer gala de la ausencia de filtros. Preguntar en voz alta “¿superaste ya lo de tu mujer?” a un recientemente engañado, o lanzar un amistoso “¿cómo sigue la próstata?” de un lado a otro de un salón atestado de gente, son frases precisas que le permitirán despejar totalmente –y por un buen rato –su preciado metro cuadrado.