
Tipo: Actitud
Nombre científico: Extremis culpae
Nombre vulgar: Culposo
Esta es una actitud eficiente en el trabajo por hacerse insoportable, con la ventaja de ser relativamente fácil de fingir. Básicamente se trata de asumir la culpa de todo lo que pasa a su alrededor, y pedir disculpas permanentemente. Frases del tipo “no eres tú, soy yo”, utilizada para terminar una relación, corresponden a etapas incipientes de esta especie.
La forma básica de esta actitud debe ser pedir perdón por todo: por lo que se hizo y molestó a alguien, por lo que no se hizo y se debería haber hecho, por lo que… cualquier cosa puede servir para convertirse en un culposo, y permite golpearse el pecho sin disimulo.
Esto último es especialmente importante: no sirve la verdadera atrición, o al menos no en su vertiente silenciosa. Para lograr ser insoportable mediante este medio, la culpa debe ser ampliamente difundida entre quienes lo rodean. Hay que ser capaz de citar constantemente, y en voz alta, a José Luis Rodríguez, El Puma, y su famosa frase de “culpable soy yo”. No es necesario cantarla, aunque puede hacerlo más insoportable aún.
Especialmente efectivo es autoinculparse de problemas, malos entendidos, disputas e incluso catástrofes evidentemente ajenas a su persona. Además, y como punto extra, sirve tener una postura física acorde a las culpas asumidas: la cabeza gacha, la voz baja y las manos tomadas cerca del pecho, ojalá moviéndose nerviosamente, denotan –o eso fingen –una compunción que terminará sacando de sus casillas a cualquiera.
Nombre científico: Extremis culpae
Nombre vulgar: Culposo
Esta es una actitud eficiente en el trabajo por hacerse insoportable, con la ventaja de ser relativamente fácil de fingir. Básicamente se trata de asumir la culpa de todo lo que pasa a su alrededor, y pedir disculpas permanentemente. Frases del tipo “no eres tú, soy yo”, utilizada para terminar una relación, corresponden a etapas incipientes de esta especie.
La forma básica de esta actitud debe ser pedir perdón por todo: por lo que se hizo y molestó a alguien, por lo que no se hizo y se debería haber hecho, por lo que… cualquier cosa puede servir para convertirse en un culposo, y permite golpearse el pecho sin disimulo.
Esto último es especialmente importante: no sirve la verdadera atrición, o al menos no en su vertiente silenciosa. Para lograr ser insoportable mediante este medio, la culpa debe ser ampliamente difundida entre quienes lo rodean. Hay que ser capaz de citar constantemente, y en voz alta, a José Luis Rodríguez, El Puma, y su famosa frase de “culpable soy yo”. No es necesario cantarla, aunque puede hacerlo más insoportable aún.
Especialmente efectivo es autoinculparse de problemas, malos entendidos, disputas e incluso catástrofes evidentemente ajenas a su persona. Además, y como punto extra, sirve tener una postura física acorde a las culpas asumidas: la cabeza gacha, la voz baja y las manos tomadas cerca del pecho, ojalá moviéndose nerviosamente, denotan –o eso fingen –una compunción que terminará sacando de sus casillas a cualquiera.