Tipo: Actitud
Nombre científico: Paternitas orgullosem
Nombre vulgar: Padre orgulloso
Si usted es padre –mejor aún si lo es de un solo retoño– esta lección puede ser su pasaporte a la recuperación del espacio propio. Si aún no conoce la dicha de la paternidad, no desespere: siempre podrá inventar un hijo (cuando los indeseables invasores de su espacio sean desconocidos) o recurrir a algún sobrino. Si ya es mayor, cabe incluso la posibilidad de apelar a los nietos.
Lo primero que debe hacer es recurrir a la Lección #33, centrándose sólo en hablar de su (real o imaginario) hijo. En este punto, tendrá que adaptarse a la edad del retoño: si aún es un lactante, puede alabar su belleza, lo bien que duerme –o quejarse de lo mal que lo hace–, comentar sus balbuceos. Si ya es mayor, sus primeros pasos, sus primeras palabras, que ya no use pañales… cualquier cosa sirve.
Es la edad que va entre los 2 y los 5 años la más propicia para esta lección, ya que los aprendizajes se suceden uno tras otro. Es importante destacar al heredero por sobre cualquier otro niño, con frases como “es muy avanzado para su edad”, “es mucho más inteligente que los demás niños” o derechamente “es un genio”. Si puede atribuir dichas frases a profesoras del jardín infantil o colegio, al pediatra o alguna otra fuente “calificada”, tanto mejor.
Cuando ya tenga a todos aburridos con sus historias –algo que sucederá rápidamente– debe usted dar el tiro de gracia. Con agilidad, extraiga fotografías del infante –si tiene algún dispositivo electrónico que se lo permita, tanto mejor– y bombardee a la concurrencia con instantáneas de sus gracias, o de nada en particular. Y mientras las muestra, vaya disfrutando de su cada vez más holgado espacio personal.